miércoles, 18 de abril de 2012

Vive como quieras - You can’t take it with you



Frank Capra dirigió esta película tras éxitos como “Sucedió una noche” (1934) o “Dama por un día” (1933), en esta ocasión contó de nuevo con Robert Riskin como guionista así como con Joseph Walker a cargo de la fotografía. El dúo Capra-Riskin duró lo suficiente para dejarnos obras del calibre de “Juan nadie” (1941), “Horizontes perdidos” (1937), “La locura de dólar” (1932), y “La jaula de oro” (1931).


Capra se basó en la obra original de Moss Hart y George S. Kaufman, estrenada en el teatro Booth de Nueva York en 1936 y ganadora del premio Pulitzer de Teatro. Durante un tiempo la obra llegó a estar representada en cines y teatro al mismo tiempo.
Este autor nos ha legado películas memorables, obras maestras que por mucho tiempo que transcurra su trama no pasa de moda porque, ante todo, escogía temas mundanos con los que el ciudadano de a pie pudiera reconocerse. Le gustaba centrarse en valores y virtudes que a veces se acaban por olvidar (el honor, la honestidad, solidaridad), y tampoco hay que dejar escapar las sutiles, y a veces no tan sutiles, críticas al gobierno y a las instituciones que introducía frecuentemente en sus obras. En esta ocasión el autor no defrauda al espectador y nos ofrece una comedia cargada de moraleja.

Alice (Jean Arthur) es la secretaria de Tony Kirby (James Stewart), el cual es hijo de un magnate de las finanzas (Edward Arnold) más ocupado en amasar una fortuna que en los pequeños placeres de la vida. Sin embargo la familia de Alice es todo lo opuesto, el patriarca al que todos llaman El abuelo (Lionel Barrymore) es querido por todo el vecindario y acoge en su casa a todo aquel que se cruce en su camino y solamente desee ser feliz dedicándose a lo que más le guste, desde fabricar explosivos hasta juguetes musicales. Los problemas vienen cuando Tony le pide matrimonio a Alice, y las familias de ambos han de conocerse. A esto hay que sumarle que Kirby padre necesita que El abuelo venda su vivienda para poder edificar en todo el barrio, algo a lo que el patriarca se negará rotundamente.

Lionel Barrymore y Edward Arnold despliegan todo su talento interpretando a dos tipos de hombres muy distintos, el primero es feliz viviendo su vida alegremente rodeado de sus amigos y familia; el segundo es desdichado, sufre una úlcera a causa de una vida estresante y su única fascinación es hacerse rico a toda costa. El espectador siente empatía rápidamente con El abuelo, no tanto por reconocerse en él sino más bien por aspirar a ser como él, como siempre ocurre con este tipo de personajes que desprenden un halo de libertad e inconformismo.

Al ridiculizar al personaje de Arnold (Kirby padre), Capra no pretende insinuar que el dinero no sea importante, nada más lejos de su intención. Pretende sembrar una semilla en nuestras mentes, algo que nos haga reaccionar, y que germine de tal manera que al terminar de verla pienses que hay algo muy importante y que nunca se debe dejar escapar, es decir, las consabidas virtudes antes mencionadas.


El autor consiguió dos de las siete candidaturas a los premios Óscar, al mejor director y a la mejor película. Realmente es sorprendente que ninguno de los actores principales y que llevan el peso de la película (Barrymore y Arnold) fueran nominados, pero hay que tener en cuenta que fue un año cargado de obras impresionantes, y actores fabulosos (premio mejor actor en la 11ª edición de los Óscar: Spencer Tracy por Boys Town, y premio al mejor actor de reparto: Walter Brennan por Kentucky).

Realmente es muy recomendable, para quien no haya visto nada de Capra esta puede ser una buena iniciación.

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